Respuesta:
desesperada búsqueda de satisfacción en el uso de una sustancia para encontrar una respuesta, dificultando su inserción en la vida social, estudiantil, laboral, familiar y con un componente grande de insatisfacción.
Los valores
Se vive en una sociedad donde cada familia se encuentra involucrada en la constante preocupación de la producción, alta calidad, consumismo, entre otros, de tal forma que los valores del ser, propios de la tradición humanística como el amor, la justicia, la verdad, sentido de la vida, equidad, solidaridad, se han quedado solamente en ideologías. Los efectos los tenemos a la vista con generaciones en las que la agresión, la adicción a sustancias, la violencia, la indiferencia, ocupan el vacío dejado, produciendo niños y jóvenes aturdidos, sin sentido de la vida y envueltos en la desesperanza.
En gran medida las nuevas generaciones son el fruto de adultos, padres y docentes, temerosos y débiles, con miedo a traumatizar a los niños y jóvenes con demasiadas exigencias y sin sentido de valores consistentes y clarificados para expresar su autoridad con dignidad y confianza, influenciado por una psicología moderna de una libertad mal entendida.
Desde la ontología y la axiología, la valoración y los valores son imprescindibles para el hombre, son cambiantes y tiene que ver con la evolución del individuo y la sociedad, por eso es importante transmitirlos desde la familia y la escuela.13
Según Sócrates "la virtud no se enseña", en efecto, enseñar la virtud significa enseñar a las personas la bondad, es decir ser buenos, entre otros. La virtud no se aprende se lleva adentro. Nadie se vuelve bueno si ya antes no lo era. De modo que el proceso de formación o transmisión de valores, concebido como enseñanza lineal de maestra a discípulo no es posible. Los valores, más que enseñarlos hay que ejercitarlos.
Los valores morales no pueden ser una actitud formal, porque se corre el peligro de lograr resultados contraproducentes. Tiene, pues que partir del conocimiento profundo de las leyes de la actividad subjetiva, para seguirlas y aprovecharlas en toda su plenitud.17 Los valores no son heredados, sino aprendidos, principalmente dentro del seno de la familia, luego en la escuela y sociedad. Son transmitidos por precepto y ejemplo, mediante el accionar diario. La carencia de valores, corresponde dentro de otros elementos, a la carencia de reales modelos, dentro de una sociedad que cambia velozmente.
Los problemas de la adicción se ven agudizados cada vez más y avasallan a la población total, pero especialmente a los jóvenes estudiantes, ellos están en el período de adquirir los elementos útiles para desarrollarse en la vida, dentro de una sociedad que cada día se hace más competitiva y carente de valores, ahí radica la importancia de analizar el problema desde los aspectos humanistas de cada uno.
Se puede concluir que la adicción a las drogas no es un problema aislado, es un hecho sociocultural, que no se puede afrontar desde un solo aspecto, posee múltiples causas que deben ser abordadas por un equipo multidisciplinario e intersectorial, centrando la atención en el individuo, la familia y la comunidad.
La valoración y el sistema de valores son propios de cada individuo, el tener presente estos aspectos, como también el sentido de la vida de cada uno de ellos, asegura un abordaje desde el individuo con un enfoque holístico.
Los aspectos éticos que se deben tener presente en el enfrentamiento a los problemas de adicción, especialmente en los jóvenes son:
El sentido de la vida y los valores relacionados con su familia y el modelo de ellas, su situación académica, la ocupación del tiempo libre, el espacio en la sociedad, la información que posee, la opinión en cuanto al consumo de alcohol, el comienzo del uso de sustancias adictivas, el último año de consumo, las amistades, la felicidad y la esperanza a lograr dentro de los diferentes ámbitos sociales.
El equipo terapéutico con un enfoque biológico no ha dado respuesta satisfactoria a la recuperación de los adictos, por eso es de vital importancia hacer un abordaje valorativo del adicto en su vínculo con el sistema sociocultural y económico en que vive y su relación familiar en sentido general.