Los más beneficuidados por el proceso de desamortización incluyen a los antiguos propietarios de tierras, que perdieron sus propiedades sin recibir una compensación justa, y a los campesinos, que se vieron desalojados de sus tierras y privados de sus medios de subsistencia.
Por otro lado, los más perjudicados fueron los campesinos, que se vieron despojados de sus tierras y privados de sus medios de subsistencia. Muchos de ellos fueron obligados a emigrar a las ciudades en busca de trabajo, lo que contribuyó a la concentración de la riqueza en manos de una élite cada vez más pequeña. Además, la concentración de la tierra en manos de pocos propietarios condujo a la explotación de los campesinos y a una degradación de la calidad de vida de la población rural.