Respuesta:
El primer milagro en que se vio envuelto Felipe de Jesús dependió mucho de sus manías en la niñez. Él guardaba en su dormitorio un pequeño fruto sin madurar. La nana reprochó muchas veces que el infante tuviera ese fruto inmadurable al decir en repetidas ocasiones «Ay Felipe, ese fruto va a madurar el día que cambies tu actitud y seas un santo». Y así fue, el fruto maduró al momento de morir Felipe.
Otro milagro que experimentó él mismo por su cuenta fue la aparición de una voz que lo incitó a continuar su camino del cristianismo. «Si en verdad deseas venir a mí, debes renunciar a todos tus bienes, tomar la cruz y continuar mi camino». A partir de ese episodio, San Felipe de Jesús aceptó sin miramientos su vida religiosa, que jamás perdería hasta la llegada de su muerte.
Explicación: