En efecto, el agua del grifo puede contener impurezas como minerales, bacterias, cloro y otros productos químicos añadidos durante el proceso de tratamiento para garantizar la potabilidad. Sin embargo, existen diferentes formas de mejorar la calidad del agua, como por ejemplo, a través de sistemas de filtración, osmosis inversa o tratamiento con luz ultravioleta. Estos métodos ayudan a eliminar las impurezas y a mejorar la pureza y sabor del agua. En resumen, se puede afirmar que, aunque el agua del grifo no es completamente pura, existen soluciones para mejorar su calidad.