La atmósfera primitiva de la Tierra no contenía oxígeno en cantidades significativas, y de hecho, se cree que los primeros organismos que aparecieron en la Tierra no utilizaban oxígeno para la respiración. En cambio, estos organismos utilizaban otros compuestos químicos, como el dióxido de carbono y el metano, para producir energía.
Sin embargo, con el tiempo, se produjeron cambios significativos en la composición de la atmósfera, y una de las razones principales fue la aparición de la fotosíntesis. Los organismos fotosintéticos, como las cianobacterias, tienen la capacidad de utilizar la luz solar para producir energía a partir del dióxido de carbono y el agua. Uno de los productos de la fotosíntesis es el oxígeno, que comenzó a acumularse en la atmósfera a medida que aumentaba la población de estos organismos.
Con el tiempo, la acumulación de oxígeno en la atmósfera permitió el desarrollo de organismos aeróbicos, que utilizan el oxígeno para producir energía de manera más eficiente que los organismos anaeróbicos que no lo usan. La aparición de organismos aeróbicos permitió la evolución de formas de vida más complejas, y eventualmente, dio lugar a la biodiversidad que podemos observar en la Tierra hoy en día.
En pocas palabras, la aparición de la fotosíntesis y la acumulación de oxígeno en la atmósfera fueron los principales factores que permitieron el desarrollo de la vida como la conocemos hoy en día.