Respuesta:
La curiosidad mueve al mundo. Porque las respuestas nacen del asombro y la curiosidad. Cuando un niño despierta al mundo, nos bombardea son su eterna pregunta: ¿Por qué, papá, por qué? Y entonces viene el ejercicio intelectual de la memoria, la introspección, la reflexión, el análisis y el método científico que busca respuestas.
La curiosidad lleva a desarrollar el espíritu crítico y la iniciativa emprendedora del ser humano. Dicen los manuales clásicos de la Enseñanza, que el aprendizaje nace de cuatro factores clave: la emoción, la curiosidad, la atención y la memoria. Quizá por el ello, cuando recordamos a un profesor de nuestra infancia, lo primero que nos evoca es una emoción especial hacia su persona (nuestro ‘capitán, mi capitán‘); pero inmediatamente después recordamos una curiosidad satisfecha o un aprendizaje singular, y todo ello contribuyó a memorizarlo de por vida, porque captó nuestra atención y nos hizo tener presencia de manera intensa en aquel momento y para siempre.
En el lenguaje del siglo XXI hablamos de la co-creación y de técnicas de Innovación que instrumentan fórmulas para dar respuestas racionales o intuitivas a la emotiva curiosidad. Los aprendizajes ayudan a desarrollar respuestas a dicha curiosidad y salir de la caja: Pensamiento Lateral, Método Agile, Desing Thinking, Lego Serious Play, Lean Startup, Forth Innovation Method, Business Model Canvas, Intraemprendimiento, Océano Azul, etc.
Lo que une a los grandes
Cuando nos adentramos en la antigüedad buscando el origen de la Ciencia, nos surgen preguntas como ¿qué tenían en común, por ejemplo, Tales de Mileto o Erastótenes de Alejandría? O también podríamos plantear la similitud de pensamiento entre la mente de Pitágoras con la de Arquímedes.
En todo caso, lo que movía la ciencia e impulsó lo que conocemos por conocimiento científico fue la curiosidad.