Respuesta:
Había una vez un joven llamado Juan, que vivía en un pequeño pueblo en el campo. Juan era una persona muy curiosa y siempre estaba buscando nuevos conocimientos. Un día, decidió aprender acerca de las 6 funciones de la lengua.
La primera función que aprendió fue la función referencial, que es el uso de la lengua para describir y presentar información objetiva. Juan se dio cuenta de que utilizaba esta función a diario, al describir las cosas que veía a su alrededor.
Luego, aprendió acerca de la función emotiva, que es el uso de la lengua para expresar sentimientos y emociones. Juan recordó cuando había utilizado esta función al decir "Te quiero" a su mamá o "Estoy enojado" a su amigo.
La tercera función que aprendió fue la función conativa, que es el uso de la lengua para influir en los demás y lograr un determinado objetivo. Juan pensó en cuántas veces había utilizado esta función, por ejemplo, al pedir una cosa o al hacer una petición.
Después, aprendió sobre la función poética, que es el uso de la lengua para crear belleza y emoción. Juan se dio cuenta de que este tipo de función se utiliza en las canciones y los poemas.
La quinta función que aprendió fue la función fática, que es el uso de la lengua para establecer contacto y verificar la comprensión. Juan recordó cuando había utilizado esta función al decir "¿Me escuchas?" o "¿Estás de acuerdo?" a sus amigos.
Por último, aprendió sobre la función metalingüística, que es el uso de la lengua para hablar acerca de la lengua en sí misma. Juan se dio cuenta de que este tipo de función se utiliza en la enseñanza y el aprendizaje de la lengua.
A partir de ese momento, Juan comprendió la importancia de las 6 funciones de la lengua y cómo las utiliza en su día a día. Se convirtió en una persona más consciente de su comunicación y aprendió a utilizar la lengua de manera más efectiva.