Respuesta:
Debido a los temblores que han devastado la región sur de la Isla recientemente, el pueblo de Peñuelas ha sido uno de los más perjudicados. En San Germán y Peñuelas se cuenta una leyenda sobre una situación similar ocurrida a principios del siglo XIX. Transmitida de generación en generación hasta nuestros días, en la memoria de sus habitantes se mantiene la Leyenda del Santo Cristo de la Salud. La misma cuenta que en San Germán vivía el señor Tiburcio Espada, un humilde tallador de santos de madera. Sintiéndose enfermo, despertó un día con el deseo de hacer una imagen al Santo Cristo de la Salud.
Para esa época Peñuelas era famoso por sus siembras de chinas. Hasta allí llegó Espada buscando un árbol que fuera propicio para realizar su obra. Buscó por todo el terreno hasta que encontró justo el que necesitaba. Con permiso del capataz de la hacienda, cortó el árbol y lo llevó a su taller de San Germán. Entre él y su hijo comenzaron la obra. Cuando ya casi la terminaba se agravó su enfermedad y fue su hijo quien la terminó. Al terminar la obra, fue llevada a pie por los fieles creyentes desde San Germán hasta Peñuelas. Fue una verdadera odisea cruzando ríos, quebradas y caminos a través de los montes. Al llegar a la Iglesia hubo gran júbilo en el pueblo. El Santo quedó instalado en la Iglesia y de inmediato se ganó la devoción de los vecinos.En el 1876, cuando grandes temblores estremecieron nuestra isla y como consecuencia ocurrieron tremendos maremotos, siendo el Valle de Tallaboa uno de los más afectados. Por allí penetraron las aguas embravecidas sembrando espanto entre sus moradores. En la Hacienda La Julia vivía el señor Francisco Subirá, quien de rodillas imploró ante un cuadro del Cristo que, si detenía la furia del mar, traerían al Santo Cristo de la Salud, el de Peñuelas y darían una misa en la Hacienda misma.
Cuál no sería la sorpresa de los vecinos y amigos de Subirá que se encontraban en la casa al momento de la promesa, al salir al balcón y ver que las embravecidas olas ya no azotaban la casa y poco a poco retornaban mansamente a su lecho natural. La promesa fue cumplida y todo el pueblo descalzo llevó la Santa imagen hasta el valle de Tallaboa, donde se ofició la misa prometida. A partir de ese momento, son muchos los milagros que se le atribuyen a este Cristo. Tanta ha sido la devoción del pueblo que, a pesar de ser San José el tutelar de la parroquia, las fiestas patronales se le dedican al Santo Cristo de la Salud.